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jueves, 7 de febrero de 2013

Un día más de Crisis

                         




                                          Madrid 4 de Enero 2013->02






Joder, me entere por los medios de comunicación, los días cuatro y cinco hay huelga de Metro. Pero me esperan el día cuatro, en el barrio del Pilar. Intento entrar en la empresa, un amigo hablo de mí. La situación esta mal, desde octubre del pasado años no dejo de enviar, telefonear a empresas.



No todos están en el paro, miles de personas siguen trabajando, consumiendo y funcionando, las que tienen ingresos demandan servicios, posibilidad creó que tengo.



La esperanza no la pierdo, me iré andando, que más da lo que tarde, tengo todo el día, saldré a las ocho, no sé cuanto tardare pero no importa, iré como de paseo.



He tardado tres horas y media, en llegar muy cansado, menos mal que pasear por el centro de Madrid sin prisa es agradable, iré paralelo a la castellana, por la calle Zurbano, e de saludar a un amigo y felicitarle el nuevo año.



Se sorprendió de la gran caminata, mi amigo me señalo donde coger el bus para el barrio del Pilar, me dijo que no me castigara tanto. Te hare caso le dije. Me despedí de él.



En la espera en la parada, pensé si cojo el bus, no tendré otra ocasión de fotografiar, un poco de Madrid, las veces que pase por delante del Santiago Bernabéu, y no tengo ni una simple fotografía, del impresionante campo, hoy podría ser el días, me pregunte.



Salí de la marquesina, me enfile castellana arriba, cruce Nuevos Ministerios, era un buen paseo, tenía tiempo de sobra la persona que quería conocer se encontraría, en su despacho a la una.



Por fin llegue, allí estaba yo frente al gran escudo madridista, hice varias fotografías por si algunas salían mal, es una ventaja tener una camara digital. Busque otra parada del bus, no muy lejos se veía el monumento de Cavo Sotelo, de la plaza de Castilla, me dije por qué no ver las Torres inclinada.



Seguía allí, rompiendo las cadenas de la poa del barco, como cuando vi la primera vez, siendo un niño, mi padre me lo señaló en aquella época no se apreciaba tanta construcciones, ambos lado las torres, les hacían las reverencias, su espalda salvaguardaba, un gran obelisco giratorio, vi, las impresionante cuatro torres, que se dejan ver desde más de veinte kilómetros.



Tras contemplar el maravilloso conjunto arquitectónicos, me fui a derecha, encontrando las puertas de la audiencia nacional, me dieron ganas de pasar, y dejar mi queja denunciar al sistema, casi no funciona nada, gritaría, claro que con tanto casos de corrupción, trafico de armas, drogas, robos asesinatos. Mi grito pasaría inadvertido.





Eso es la ventaja que tienen el delincuente, que la justicia va siempre atrás, como los cojones de los Galgos. Tome la ancha avenida de los Austrias. Al cabo de media hora me encontre con la persona, de la empresa, le felicite el nuevo año.



Estuvimos unos veinte minutos hablando, me dijo que tal vez en primavera, tuviera una oferta para mí. Se lo agradecí, me despedí de ella y Salí. Cansado ya de tanto andar, me esperaba otras tres horas y medias.



La boca del metro, se encontraba al final de la calle, es el transporte más rápido de Madrid, siempre lo creí, aún teniendo servicios mínimos. Baje las escalera, la entrada se encontraba abierta, pregunte en taquilla, si funcionaba el metro, respondió que si, que funcionaba como cualquier días, compre el billete, baje al anden, con la sorpresa que era el único ser vivo allí, diez minutos después empezaron a verse por los andenes los usuarios.



Los secuestrados como llamé ese día a todo aquel que bajo, a las profundidades de Madrid, con la intención de llegar a su hora, a los trabajos, entrevistas, colegios, escuelas, hospitales, guarderías y cualquier otro servicios, que por este medio diariamente pasan miles de personas ajenas.



Con otros, problemas, que de los trabajadores del metro, seguro que ellos no saben cuales son los nuestros y si les importan.



Estuvimos unos veinte minutos, esperando el convoy, en ese trascurso fue viniendo más gente al andén. Por fin llego, el tren venía ya lleno de viajeros, me bajaré en Sainz de Baranda, pensé en hacer trasbordo ir a Pacifico.



Pero cuando el tren pasaba por las estaciones, era un choreo de personas las que entraban, de pie, si agarrarme no me movía de la presión, que llevábamos todos los de los vagones.



Con el agravante, que en cada estación, el Metro con las puertas abierta, esperaba entre diez y quince minutos, con la escusa, de que en algún vagón alguien, manipulaba las puerta, era agobiante, tan solo recordaba un viaje de esa característica, en los años ochenta.



En este caso el ferrocarril, ya venia con todas las plaza ocupadas, me pase trescientos kilómetros de pie, en el expreso de Badajoz., en cuanto llegue avenida de América, me baje, no lo podía soportar, me faltaba el aire, me estaba apareciendo un dolor en el pecho, se me acercaba, un ataque de ansiedad.



Menos mal, que esa estación se abre las dos puertas de ambos andenes, bajaron cientos de personas y todavía seguía lleno, no acelere el paso manteniendo las respiración, se me fue pasando, pero en uno de los banco de la estación, me encontré con una persona tumbada, con los mismos síntomas.



Ya en la otra línea, no paraban en venir cientos de viajeros, tras esperar el tren otro cuarto de hora, pudimos entrar, los espacios eran tan reducidos, que los últimos empujaban hacia dentro, recordando un video que vi en un metro, que unas serie de hombres, metían a empujones a los cientos de personas en horas puntas, en latadas en los vagones.



Me identifique, como un borrego, que viajaba en mercancías hacia los inviernos, dehesas extremeñas: en las curvas de las vías ni nos movíamos, no hacia falta de agarrarse, estábamos encajados como fichas del tretri.



Un matrimonio, se quiso bajar en la próxima estación, pero le fue imposible, ganar unos metros, la menoría fotografía, me mostro la lista de schindler, en el ambiente empezó aparecer un olor nauseabundo.



Cada estación que paraba unos quince minutos, con puertas abierta, por la megafonías interna nos comunicaban, que tenían que desalojar el tren, en el caso que no pudiesen cerrar las puertas. Pero allí no se movía nadie, era imposible, como pude saque mi cámara del bolsillo, hice una foto.



Seguro que no encontraría otro escenario como ese día, que me facilite mi secuestro, estafado, por unos individuos, que se ponga como se ponga, que sus conflictos laborales o convenios, a la mayoría de las en latadas personas, les importaban tres narices.



En mi caso, yo no tenía prisa, desde octubre del 2012, cuando nuestro convenio laboral, la dirección se lo paso por el forro. pero no dejaba de escuchar quejas, escusas por los teléfonos móviles, un chico joven hablaba con su encargado, intentaba convéncele, que se encontraba en el metro, le iban a descontar el día, escuche a su encargado decir, que siempre que llegaba tarde era culpa del Metro, supongo que no se lo creyó, el infierno que estuvo viviendo el chico.



Lo único, que pude observar, el cabreo el odio de los pasajeros hacia estos empleados municipales. De acuerdo que tienen que luchar por su mejora. Pero no teniendo encontrar a otros colectivos, si lo que quieren es joder a la dirección. Tan fácil hubiese sido no cobrar el billete, las perdida de ese día, hubiese repercutido en algunos miembros más altos de la Cúpula.



Otra forma sería, una costosa avería, que no hubiese podido salir ningún convoy, o una caída de tensión que hubiese afectado a los ordenadores controladores del las vías. O cualquier otra forma de protestar como hacen el sector sanitario público ante su privatización, que ese si es un tema que a nosotros, los viajeros del metro nos preocupa mucho más que la soberbia de algún empleado del Metro.



Después de llegar a casa, me vino a la memoria que, el Samur están de conflicto, no están de acuerdo con su convenio, me pregunte, ¿y si alguno del comité de empresa del Metro o cualquier empleado de el, le estuviese dando un infarto? Seguro que llamarían al Samur, y esto al recibí la llamada, le dirían que por tener servicios mínimos, tardarían unos cuarenta o sesenta minutos en llegar.



En un trayecto, que en días normales, recorrerían en menos de diez minutos.

¿Como se sentirían los compañeros del enfermo? A comprobar que pasa el tiempo, y que ni siquiera se encuentra una ayuda.

Circunstancias, que ese día, seguro que a más de uno o una, le despidieron, no pudo llegar a tiempo a ver a un enfermo, una operación, etc, varias madres desesperadas por no llegar a tiempo a las guarderías, seguro que algunos le descontaron el día, a otro les dijeron que no se presentara más, otros tuvieron que recuperar las horas.





Lo único que pude hacer yo ese día, es hacer varias fotografías y dejar escrito como las puñeteras crisis, nos pasan facturas a todos. La rebeldía del Mero, en este caso fue una gran revolución contra sus trabajadores, que ganan bastantes más que aquella gente, que fue secuestrada esas horas, en sus dominios subterráneos.



Empresa que gracias a los impuesto de los muchos, que viajamos, les inyectan dinero Publico tanto del ayuntamiento como el de la comunidad, ojala que las pequeñas empresas pudieran tener esa ventajas, seguro que el paro, sería mínimo en este País de Golfos y sinvergüenzas.



Vuestras malas gestiones, nos obligasteis a pagar los billetes, llenando hoy las cajas de vuestros jefes, si no quisieses los servicios mínimos, no hay otra cosa que haga más daño a los bolsillos de los dirigentes, como, tocar los bolsillos de vuestros superiores, o cortar todos los cables de las catenarias, o descarrilar uno que otro convoy, o quizás otras ideas, que os pudieran ocurrir.



Cualquier cosa que no os ponga encontrar del Pueblo de Madrid. Por fin llegó a Pacifico, ambos trenes, llegaron a la vez, los cientos de pasajeros empezaron a correr hacia el túnel de salida, otros cientos de personas bajaban deprisa para intentar coger los trenes.



Tuve la oportunidad de estar en un buen tapón, algunas personas se chocaban, mientras las últimas empujaban, para que avanzarán, algunas se cayeron, me nos mal que había luz suficiente, los de seguridad del metro aparecieron, al verlos la turba minoro la marcha, me imagine como fue el infierno de Madrid Arena, saque mi cámara con la intención de dejar constancia, del la mala organización, con la mala suerte que los empujones, no me dejugaron de hacer una buena toma.



Me pregunte, que si algún individuo, sin sus facultades al cien por cien, le agrada ver el efecto de choque de cientos de personas, y para esquivar unas a otras, se desorienten y se hacen los tapones, como ocurre en el rastro.



Hice mi trasbordo con la línea uno, este también se encontraba lleno, deseando llegar a Miguel Hernández, ya me encontraba agobiado, con la situación, vivida en los túneles de la M-30, me costaba respirar.



Volví a empezar los ejercicios que me enseñaron, ante que apareciese otra vez el Agobió, de ansiedad. Por fin llegue a casa, tarde dos horas y media. Suena el teléfono, me llaman del ambulatorio, ya tienen el volante para unas pruebas, que me tengo que hacer.



Decido ir andando, cualquiera coge otra vez el trasporte público, de todas las maneras es media hora, hasta el Puente de Vallecas. La vuelta subo por la avd. De la albufera, las calles están tomadas por la Policía local.



Deduzco por grandes influencias de padres y niños que esperan en ambos lados de las aceras, que la cabalgata le adelantó un día, no esta mal, un poco pobre, pero claro con la crisis, algo tienen que recortar.



Recojo algunos caramelos, que los pajes de sus Majestades, gustosamente me lanzaron, que al vuelo los atrape. Por lo menos el final del día de hoy, se me dio mejor pude ver las caras felices de los niños.

Tal vez me dejen un contacto de trabajo, esta noche bajo el Árbol de Navidad.












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Me gusta leer, escribir, viajar y escuchar historias,disfrutar en cada momento de mi tiempo libre. En este País de la Piel de Toro, conocido por Estrabon en el Siglo IV, a.c.